Mi abuela, analfabeta y a mucha honra, la honra de haberse puesto a trabajar de sirvienta a la edad en que los niños de hoy empiezan a ir al colegio, murió sin pronunciar jamás una sola palabra en castellano. No es que se lo propusiera por razones políticas, es que no sabía hablarlo. Vivió todo el franquismo hablando catalán con todo el mundo, y lo habría hablado con el mismo Franco si lo hubiera tenido delante, menuda era. Si entendía el castellano era solamente gracias a TVE y a alguna copla que se le había quedado en la cabeza a fuerza de escucharla. Cuando alguien asegura que hoy en Catalunya no se puede vivir hablando solamente en catalán, lo llevo a visitar la tumba de la ‘iaia Quimeta’, y que le pregunte a ella.
Artículo de Albert Soler Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Mis abuelos y el futuro del catalán
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