Impresionantes los datos que ha recogido Juanjo Fernández sobre los ataques en las redes sociales españolas desde Rusia coincidiendo con la guerra en Ucrania. La contrainformación no es un invento nuevo. Ha existido siempre y ha utilizado los medios que ha tenido disponibles. Y no hay que confundir los medios con los fines. La Alemania de Hitler lanzaba pasquines sobre Londres para desanimar a la resistencia británica. Y los aliados hicieron lo propio tras el desembarco de Normandía. Y ninguna de las dos cosas hacía destestable o maravillosa la aviación. Algo similar ocurre con las redes. Putin las utiliza para desestabilizar a sus enemigos, Trump para ganar adeptos y muchas otras organizaciones para empoderar a los ciudadanos para defender las más nobles causas. El problema no son las redes sino el uso que se haga de ellas. Intoxicar en formato digital es más barato, pero no necesariamente ni más efectivo ni más eficiente. Ni tampoco más mágico. Como demuestra la información de EL PERIÓDICO, impacta sobre los más crédulos. En este caso el colectivo antivacunas.
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¡Que vienen los rusos!
Vladimir Putin haciendo uso de su teléfono móvil en el Kremlin. /
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