Les avisé hace una semana de que me proponía ir al fútbol, a ver el Madrid-Barça, con mi nieto madridista. Fue una gran experiencia que me alejará por mucho tiempo de los campos, del de Chamartín y de cualquier otro que se me ofrezca como escenario. En cuanto al partido, me pareció interesante, porque comprobé sin otros intermediarios que los de la grada hasta qué punto el Barça, mi equipo, es un conjunto aún por hacer, ingenuo, incapaz de ver el tren que tenía delante. Este tren arrancaba desde atrás como si llevara fuego en el cuerpo, a la vez que el Barça oponía ingenuidad y blandenguería. Como en los tiempos indecisos de Valverde, que los tuvo, o de Koeman, que los exhibió en demasía, el Barça jugó a esperar, y ante un equipo como el que dirige Benzema si esperas terminan desesperándote.
Golpe franco
Ver el fútbol solo o demasiado acompañado
Ter Stegen y Benzema se saludan tras el triunfo del Madrid en el clásico. /
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