¿Cenar antes o después del partido? He aquí el dilema al que nos enfrentamos cada martes o miércoles los aficionados al Barça. Desde que, hace años, la UEFA instauró las nueve de la noche como hora oficial para los partidos de Champions, hemos ido aprendiendo qué es lo que más nos conviene, ya sea a golpe de empacho o estómago rugiente. Pienso sobre todo en los aficionados que ven el fútbol desde sus casas, pues en el Camp Nou o en el bar de la esquina no hay dudas: el partido sabe a cerveza y frankfurt. Pero cenar en casa, antes del fútbol, significa aplacar toda esa ansiedad acumulada a golpe de mandíbula, aunque sin saborear nada, como si solo se masticara el miedo. Y luego están las supersticiones: este miércoles, por ejemplo, seguro que más de un aficionado entretuvo la espera hasta las nueve devorando una pizza, como si el gesto simbólico de comerse la esencia italiana pudiera influir en el juego del Inter de Milán.
Apunte
Cenar después
Lo peor es el vértigo de asomarse de nuevo al precipicio de la Europa League y esa idea absurda de jugar en jueves
Decepción en las caras de Lewandowski, Piqué, Eric García y Pedri al finalizar el partido contra el Inter de Milán /
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