Artículo de Andreu Claret Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Las ensoñaciones de Junqueras

No se le debería escapar a Junqueras que la soberbia es uno de los siete pecados capitales. Por el momento, parece que Aragonès cultiva virtudes más ponderadas

 Oriol Junqueras , presidente de ERC durante el desayuno informativo que ha ofrecido esta mañana. / David Castro

Oriol Junqueras es uno de los políticos más singulares del nacionalismo catalán. En una década que ha encumbrado personajes como Carles Puigdemont o Quim Torra, por hablar solo de quienes siguieron a Josep Tarradellas, es difícil ponerse de acuerdo sobre quién ocupa el liderazgo en materia de extravagancia. Pero tanto Torra como Puigdemont, son, por así decirlo, más transparentes. Nunca han pretendido engañar a nadie. Siempre han sostenido posiciones extremistas que chocan con el talante habitual del nacionalismo (si exceptuamos los momentos de ‘rauxa’). El único que se confundió fue Artur Mas cuando pidió a Puigdemont que le sustituyera, pensando que su vuelta al poder era pan comido. Junqueras, en cambio, es un político enrevesado, a veces ininteligible, cuyos razonamientos recorren meandros insondables, algunos propios del mundo real, y otros anclados en un mundo paralelo donde la política se alimenta de una interpretación torcida de la historia y de una moral cristiana binaria, basada en el bien y el mal.