Artículo de Verónica Fumanal Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

JxCat, condenado a desaparecer

La ratonera en la que se metió el partido cuando CiU dio el giro ideológico que promovió la polarización en Catalunya puede ser el mayor harakiri político de los últimos tiempos

La presidenta de Junts, Laura Borràs, y el secretario general del partido, Jordi Turull. / EFE / Andreu Dalmau

No fue la sentencia del TC, sino la radicalización de CiU lo que inició la polarización en Catalunya. Esta es una de las principales conclusiones del estudio que acaba de publicar el Institut de Ciències Polítiques i Socials sobre la polarización afectiva en Catalunya, un análisis fundamental para hablar con datos sobre cómo influyó el ‘procés’ en los sentimientos de adhesión o distancia respecto a determinados actores políticos. El estudio concluye que la polarización afectiva negativa es un círculo vicioso, ya que las personas menos polarizadas tienden a tener una visión más negativa de la política y distante respecto a todos los partidos, por lo tanto, estos se alejan de la política dejando que el espacio público sea monopolizado por aquellos que están más polarizados; una retroalimentación que continúa aumentado la polarización en el espacio y generando el ambiente negativo que aleja cada día más a los menos polarizados.