El comisario de Justicia, Didier Reynders, tiene cara de "yo no fui". A veces basta una cara para hacerse una carrera, y si no que le pregunten a Bela Lugosi. Esa expresión inocente y ligeramente atontolinada del señor Reynders es tal vez la ideal, precisamente, para ser comisario de Justicia. Un comisario de Justicia no puede parecer culpable de nada, ni siquiera de serlo. Si en algo insisten sus escasísimos y poco entusiastas hermeneutas sobre Reynders en que se ha hecho a sí mismo como un político especializado en que la gente se lleve bien, se tome confianza, se tomen un café. Por eso el rey de Bélgica -que no es un personaje de Hergé: existe y todo- le ha encargado dos veces formar Gobierno. No para presidirlo, sino para encontrar un consenso básico en ese reino harto de sí mismo y de su artificiosidad y conseguir un equipo gubernamental estable. Belga hasta los huesos, no lo hizo bien ni tampoco mal.
Limón & Vinagre | Artículo de Alfonso González Jerez Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Didier Reynders, a estirar las piernas
Dice la prensa de su país que el comisario de Justicia gana siempre por aburrimiento, por exponer incansablemente las razones y sinrazones de unos y otros hasta que se rinden
Didier Reynders, comisario de Justicia de la Comisión Europea.
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