El otro día hablaba de un episodio (el número 5, “Equilibrio”) de la serie 'Apagón' que puede verse en Movistar. Es el último de una historia circular, con variables y ramificaciones, que parte de la base de una carencia crítica, general y continuada, de la energía eléctrica como consecuencia de una tormenta solar que provoca un caos enorme en todo el país. La evolución de los capítulos es interesante (se percibe un trabajo previo y conjunto de los guionistas, que son diferentes, como los directores, en cada entrega) porque va de la estupefacción inicial ante una catástrofe anunciada pero que tiene impensadas desgracias, pasa por la histeria que nace de los recursos limitados, muy limitados, y desemboca en dos visiones que casi podríamos calificar de costumbristas, si bien las costumbres descritas son el producto de una vivencia apocalíptica que, poco a poco, se va convirtiendo en cotidiana. Vivir en el apocalipsis, pues, no como etapa final, sino como agenda del día a día. En estos dos episodios que digo ('Confrontación' y 'Equilibrio', dirigidos, respectivamente por Isa Campo y por Isaki Lacuesta, con guiones de la propia Campo y de Fran Araújo), se concentra la reflexión más potente de esta ficción. La convivencia.
Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
No caer en el descalabro
'Apagón' nos habla en realidad del presente. Nos habla de nosotros mismos, aquí y ahora
El actor Jesús Carroza en un fotograma de la serie ’Apagón’. /
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