El filósofo de cabecera de Zapatero (volvemos de nuevo al personaje) Philip Pettit hizo un flaco favor a la izquierda al proclamar que no existe el interés general. Según el precursor del republicanismo, la misión del gobernante es conciliar los distintos intereses sectoriales en lugar de establecer prioridades. Barcelona ha perdido 125 discotecas y pubs. El ayuntamiento, atendiendo demandas de los vecinos, ha ido limitando las licencias o incrementando las exigencias hasta que los promotores han desistido. ¿Qué ha pasado entretanto? Ha aumentado el número de botellones en la calle. Han hecho más ruido. Y también se han molestado los vecinos. Piden más policía y se quejan de la suciedad asociada. De igual forma, han proliferado las macrodiscotecas en los polígonos de los suburbios metropolitanos. Más riesgo de accidentes de tráfico. Y los padres y la madres peregrinando hasta Mataró o Sabadell trayendo y llevando jóvenes durante la madrugada. Pettit puede dormir tranquilo. El ayuntamiento ha atendido a los diversos intereses particulares. Pero, ¿era eso lo que convenía?
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Las discotecas y el interés general
El interior de una discoteca de Barcelona /
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