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Ana de Armas, la tentación que dejamos escapar | Limón & vinagre, por Jorge Fauró

La actriz cubano-española, protagonista de la divisiva ‘Blonde’, sufre la maldición de Penélope Cruz, Javier Bardem o Antonio Banderas, adorados en Hollywood, cuestionados en su propio país

Ana de Armas deslumbra en el Festival de Cine de Venecia / ETTORE FERRARI / EFE

Los suscriptores de Netflix pueden ver desde hace unos días ‘Blonde’, la película basada en la novela homónima de 2000 escrita por Joyce Carol Oates, que tiene a la cubanoespañola Ana de Armas como protagonista absoluta. Gustará o no, pero el filme se ha apoderado de todos los debates cinéfilos de los últimos días. Se sublima o se detesta. Si en algo coinciden la mayoría de los críticos es en la colosal interpretación de esta actriz de 34 años nacida en La Habana y que con 18 se instaló en España -donde adquirió la nacionalidad- tras adentrarse en el cine con Manuel Gutiérrez Aragón (‘Una rosa de Francia’, 2005) y aparecer durante seis temporadas en ‘El internado’, aquel ‘thriller’ adolescente de Antena 3 en que la ahora mudada en Norma Jeane / Marilyn tomó parte en 52 episodios. Se largó a Hollywood a probar suerte porque en España solo le ofrecían papeles de colegiala. Y aquella decisión causó aquí tanta guasa como cuando Paz Vega o Penélope Cruz hicieron las maletas para viajar a Los Ángeles o Úrsula Corberó irrumpió en el ‘late night’ de Jimmy Fallon para hablar de Tokyo, su personaje en ‘La casa de papel’.

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