Hace quince días, a la salida del colegio, le pregunté a mi hija si tenía algo interesante que contarme, o no interesante, me daba igual. «A lo mejor sí, pero ahora no tengo ganas», me contestó. «Ajá», dije, admitiendo que la entendía perfectamente. Yo estaba en la misma tesitura. La había ido a recoger sin ganas, por ejemplo, con espíritu decrépito. En general, las tres de la tarde es una hora malísima, profundamente inapetente, en la que todo se te cae a los pies. Aunque la desgana se experimenta en cualquier momento. Es un estado de ánimo casi permanente.
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Ganas de nada
La desgana es una inercia, una corriente invisible, un hecho sin importancia. Es desoladora, pero te acostumbras a no tenerla en cuenta
Padres llevando a la escuela a un niño.
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