Putin es con total exactitud lo contrario de Gorbachov. Si el último presidente de la Unión Soviética se daba cuenta de la debilidad de la URSS y buscó una salida no cruenta a la derrota en la Guerra Fría, el forjador de la nueva Rusia considera que su país debe hacer lo imposible para recuperar el nivel de gran potencia imperial. Gorbachov inició un repliegue que llegó mucho más allá de lo que él pretendía, Putin es el impulsor del nuevo despliegue. Pero le sale al revés. Rusia ha perdido población, Rusia no es un país avanzado ni competitivo, su ejército es un desastre carcomido por la corrupción y la inoperancia. Basta con un solo dato: el PIB de Rusia es seis o siete veces el de Catalunya. No más. Rusia importa incluso los repuestos de sus aviones. Con estos recursos no se puede llegar demasiado lejos. La ambición en cambio, alimentada por una frustración nacional como pocas ha conocido la historia, es ingente. La desproporción entre tan ansioso deseo y las limitadas capacidades para llevarlo a cabo no puede ser más amplia. El problema es de Rusia consigo misma, y de rebote de Rusia con el mundo, y de manera especial con Europa.
Artículo de Xavier Bru de Sala
El peligroso declive de Rusia
La anexión exprés, vía referéndum falsificado, del Donbás y otros territorios limítrofes con Ucrania, anunciada bajo amenaza nuclear, debe leerse como un amargo reconocimiento de la impotencia
El presidente ruso, Vladímir Putin, inspecciona los ejercicios militares Vostok-2022. /
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