Yo, que siempre he tenido predilección por los débiles, que me gustan las cenas de poca gente y que, si voy a un concierto o al teatro, prefiero que sea en una sala pequeña, me cuesta empatizar con la fiesta mayor de mi ciudad. Barcelona. No soy muy de salir de juerga, pero me gustan las fiestas mayores de los barrios. Mi favorita, 'La festa major de Gràcia'. Incluso tuve el honor de ser su pregonera en la edición 199. Piel de gallina y una emoción difícil de explicar. Organizo cada año mis vacaciones para poder estar en Gràcia del catorce al veintiuno de agosto. Eso es sagrado. Luego vienen las de Sants. Más alternativas, pero muy auténticas. El mes entero se llena de fiestas, en Barcelona y en toda Catalunya. La festa major de Vilafranca, la de Manresa, la de Mieres, Amposta, Vilassar , Monells, y un largo etc. Y cuando parece que por fin ya podemos descansar, cuando ya se nos ha pasado la resaca y hemos guardado todos los vasos de plástico que no devolvemos porque nos hace ilusión coleccionar, entonces es cuando aparece la más grande de todas las fiestas: ¡La festa major de la Mercè! Que es como la madre de todas las demás. La que tiene los mejores conciertos, los gigantes más enormes, el 'correfoc' más largo, el cartel más discutido y el pregón más importante. Pero no me negarán que le falta algo de magia.
Artículo de Imma Sust Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Santa Eulàlia llora de risa
A la Mercè le falta algo de magia. Quiere ser tan perfecta que no fluye como debería hacerlo
Una pareja de ’diables’ en el correfoc de la Mercè. /
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