Hacía tres años que no acudía a la gala de entrega de los Premis de Girona, que presumen de ser el pistoletazo de salida de la temporada literaria catalana (y que les perdone la Setmana del Llibre en Català). Este año cumplí con el ritual. Aparqué en el mismo descampado de siempre, aplaudí a las autoridades con entusiasmo dispar y me dispuse a pasarlo bien. Me gustan las entregas de premios. Me emociona la legítima alegría de los premiados. Acudo a ellos como quien va de cotillón. Además, los Girona me caen especialmente bien. No solo por su veteranía, también por sus arrestos. En los 55 años de existencia del galardón más longevo (el de novela Prudenci Bertrana) nada ha podido con ellos. Tampoco la pandemia, claro está.
Artículo de Care Santos Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Noche de premios en Girona
Los ganadores de los premios literarios de Girona 2022. /
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