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Toca sufrir por Italia

Giorgia Meloni, presidenta del partido Hermanos de Italia.  / ALBERTO LI

De manera recurrente nos sacude un escalofrío pensando que la extrema derecha puede gobernar en un Estado de la UE. Ya lo hace en Hungría y en Polonia. Y ha sido una fuerza decisiva en Austria. Ahora toca sufrir para que Meloni no sea la próxima primera ministra italiana. Nos ocurre también en cada elección de la presidencia francesa con la familia Le Pen. Este miedo es lógico, pero quizá deberíamos tenerlo todo el año, todos los días, y no sólo cuando se acercan elecciones y las encuestas nos asustan. La pregunta es, ¿por qué los electores no tienen miedo a estas formaciones?Los populismos aciertan a determinar los temas que preocupan a la gente. Los partidos convencionales tienden a querer obviar asuntos que les parecen espinosos. O pretenden resolver entre bambalinas lo que la gente quiere debatir a cara descubierta. La forma de resolver la crisis financiera del 2008 tiene mucho que ver con el auge de la extrema derecha. No las medidas en sí mismas, sino ese protocolo de dejar ciertos estados en manos de los mercados para después enviar a los hombres de negro en cumbres a altas horas de la madrugada. La UE nació como antídoto a los totalitarismos, pero, demasiadas veces, pasado el miedo de la generación que vivió la Segunda Guerra Mundial, su gobernanza puede acabar alentándolos.