“¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!”, escribió Gustavo Adolfo Bécquer. Y los vivos, debió de pensar Juan Carlos I en el funeral de Isabel II. Tanta pompa, tanto amor, tanta ceremonia y él ahí, el rey destronado. De ‘Campechano’ a ‘Apestado’. Puede oler el terror en los que tratan de esquivarle. "¡Dios mío, que no me hagan una foto con él!". Hasta Nueva York se fue Pedro Sánchez para no coincidir con el infecto. Felipe VI no pudo huir de la imagen. La tensión se palpaba en aquel banco compartido. Ni toda la arena de los Emiratos Árabes Unidos ha servido para sepultar tan real incomodidad.
Limón & Vinagre, por Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Juan Carlos I, material caducado
Este rey emérito renqueante también es un icono. La metáfora viviente del polvo oculto bajo la alfombra. Del tapar las miserias antes de afrontarlas y rendir cuentas
Felipe VI y Juan Carlos I, sentados juntos en el funeral de Isabel II. /
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