Los números no engañan y estos dicen que el independentismo ha fracasado en su propósito de ampliar la base social. El fracaso, certificado en la reciente celebración de su fiesta anual, debe ser atribuible a los muchos errores cometidos por sus dirigentes, sus partidos y sus entidades movilizadoras. Y también, claro, a la dificultad objetiva de pretender convencer a los incrédulos y a los partidarios de otros modelos institucionales para que abracen una idea que divide al país y que se ha venido expresando desde la pura descualificación de los no afectos. Primero fue aquel “no es demócrata quien no quiere el referéndum”; después llegó el “no es demócrata quien no se enfrenta al Estado en solidaridad con los independentistas judicializados” y, finalmente, “el buen catalán solo puede ser independentista”.
Artículo de Jordi Mercader Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El desierto acecha a los independentistas
La aspiración de obtener la mayoría social ha quedado a medio camino, por lo que tendrán que enterrar el mantra de una independencia de materialización inevitable e inminente
Manifestacion de la Diada en la avenida del Paral·lel de Barcelona /
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