Desde el lunes estamos conmocionados en la redacción. Una mujer fue rescatada en el Port de Barcelona tras nadar durante ocho horas. Acudimos a los habituales de las aguas del puerto, y nadie la conocía. Acudimos a la comunidad rusa de Barcelona, y nadie sabía nada. Finalmente, el jueves, la coordinadora de Barcelona, Meritxell M. Pauné, consiguió hablar con el capitán y el marinero de cubierta del mercante que la avistó y facilitó su rescate. La historia nos sigue fascinando. La confundieron con una gaviota, hasta que entablaron una conversación, aunque fuera sin palabras. La comunicación, el núcleo de la condición humana. Pero la historia nos sigue fascinando. Quiso avisar a su madre al ser recatada. ¿Quizás no tiene otra familia? Nos dijeron que era rusa. Sus interlocutores parece que no lo podrían asegurar por el acento. Y la historia nos sigue fascinando. ¿Se puede nadar durante ocho horas y salir del hospital sin ninguna secuela? Ella lo hizo, pero sin seguir los protocolos de los nadadores experimentados con los que hablamos.
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Una mujer y una gaviota
La Reina Isabell II, camino del Museo Picasso, durante su visita a Barcelona en octubre de 1988 /
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