Gárgolas | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Las puertas de Plensa

No puedo renegar de lo que escribí sobre el artista, pero ahora soy incapaz del elogio. Me decanto hacia el blasmo y el vituperio

Jaume Plensa.

A veces, con determinados artistas, nos ocurre lo mismo que a San Pablo cuando cayó del caballo. Lo vemos todo distinto, después de una iluminación. Vivíamos subyugados por una obsesión y, de repente, nos ciega una luz que nos hace ver la realidad de otra manera. Desde entonces, una vez recuperados del susto, todo lo que considerábamos excelso, poético, magnífico, innovador y fascinante se nos vuelve banal, triste y prosaico y repetido. A mí me pasó con Jaume Plensa, después de ver un documental sobre su obra y sus proyectos. No puedo renegar de lo que escribí en la subyugación, pero ahora soy incapaz del elogio. Me decanto hacia el blasmo y el vituperio, que son característicos de la fe del converso. Con esto quiero decir que quizás entonces no era tan bueno como pensaba ni ahora es tan execrable, su obra, como me parece.