Artículo de Carles Francino Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

La vida en un taxi

Agradezco a Javier que su sinceridad me sirviera para recordar las cosas que de verdad son importantes en la vida

Imagen de archivo de un taxi. / Epi_rc_es

Madrid parece otro planeta en agosto. Supongo que como otras muchas grandes ciudades. Y sin grandes esfuerzos. La clave de esa transformación consiste, simplemente, en coger una goma de borrar y eliminar miles de coches del mapa urbano. El otro día pude confirmarlo, porque hay cosas que no cambian aunque tengamos una guerra a las puertas de casa, una escalada de precios que empeora la vida de los más vulnerables o la insoportable cháchara de políticos y tertulianos comiéndonos la moral. Somos animales de costumbres y volví a comprobarlo justo al salir de la estación de Atocha. Lo que no sabía es que en el primer taxi al que me subía tras las vacaciones recibiría una bofetada de realidad de esas que te obligan a replantearte muchas cosas. El taxista se llamaba Javier, tenía 60 años de edad, y era, como muchos en su gremio, un tipo amable y buen conversador. La sorpresa llegó al confesarme que este verano sus vacaciones habían resultado especialmente amargas. 

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