Arenas movedizas | Artículo de Jorge Fauró Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Profetas en tierra ajena

Gorbachov estaba devaluado en Rusia y era admirado fuera. El buen cartel exterior no asegura el éxito interno. González y Aznar ‘triunfaron’ en Occidente antes de que sus partidos perdieran las elecciones. Pedro Sánchez acaba de sentarse en el Consejo de Ministros de Alemania

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, con la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en un acto en Barcelona. / Epi_rc_es

Mijaíl Gorbachov estaba tan devaluado en Rusia como admirado era fuera de su país. La ‘perestroika’ (reestructuración) y la ‘glasnost’ (transparencia) acabaron mitificándolo en todo el mundo salvo en la antigua Unión Soviética, donde uno y otro concepto no obraban la magia de poner a diario un plato de sopa ‘borsch’ encima de la mesa. La libertad era cosa importante, pero aún lo era más tratar de apañarse unos ‘blini’ para el almuerzo, aunque la inmensa mayoría de aquella URSS de sus últimos días no sabía de alta cocina más allá de cualquier menú hipercalórico al que se pudieran añadir remolacha y pan de patatas. El caviar y el vodka eran una ganga que no pasaba más tiempo en manos de los rusos que lo que tardaban en venderlo de estraperlo a los turistas occidentales. La población tiene sus preferencias, y alimentarse es una de ellas.