Mar-a-Lago es la mansión donde Hillary y Bill Clinton asistieron como invitados de honor a la boda de Melania y Donald Trump, que en aquellos tiempos se planteaba el asalto a la presidencia de Estados Unidos por el partido Demócrata, bajo el padrinazgo de su predecesor. La vida es retorcida, y la residencia palaciega ha sido asaltada por el FBI, so pretexto de volver a demostrar que el señor de los lugares es el peor presidente estadounidense, pese a que nunca se implicó en un conflicto bélico. La peripecia de un registro domiciliario sin precedentes históricos está ya más enredada que una trama de Villarejo. Sin embargo, el vodevil se simplifica apreciablemente al consignar que se trata de inventarle a Trump un Watergate póstumo, que lo mantenga en el candelero. Sacudir el espantajo.
Artículo de Matías Vallés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El Watergate póstumo de Trump
Por primera vez en años, ha brotado un escepticismo mundial sobre el riesgo de un efecto bumerán. Los excesos en la investigación del FBI pueden beneficiar al perseguido
El ex presidente de Estados Unidos, Donald Trump. /
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