Ahora ya es imposible ver un crucero gigante atracado en la ría de Vigo sin pensar: eso no está bien. A algunos ya nos pasaba antes, por el simple motivo de que éramos poco amigos de las vacaciones masificadas, de las playas, de visitar ciudades con prisas para ver solo los cuatro monumentos de rigor y comer el plato típico del sitio que fuera, hecho con prisas, sin nada de cariño, en un restaurante también masificado. En cambio, el otro día, el “eso no está bien” que soltamos cuando vimos solo aquella pequeña parte del rascacielos flotante, porque era imposible verlo entero solo de una mirada, incluía una reflexión que iba mucho más allá: ver aquel monstruo nos hizo sufrir por el planeta, por la vida entera.
Artículo de Isabel Sucunza Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Un crucero
Cuando vimos aquel rascacielos flotante, aquel monstruo nos hizo sufrir por el planeta, por la vida entera
Crucero turístico /
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