Noches de verano | Por Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Esperas nocturnas

¿Cómo duermen o velan los que están a punto de cometer una masacre? ¿Se puede conciliar el sueño antes de dar una orden de muerte?

Galería fotográfica con retratos de víctimas del Franquismo colocada a las puertas del Supremo para vindicar la memoria histórica / AFP / DOMINIQUE FAGET

Mis dos partos fueron programados. Un día fichas en el trabajo y, al siguiente, en un hospital. Entre medio, una noche de espera. En mi caso, dos noches de verano. Horas de incertidumbre en las que la mente trata de comunicar a los cuerpos que el día D y la hora H es inminente. Pero nada, no se enteran. La madre se hace la longuis y el feto sigue atrincherado tras la barricada. No nos moverán. Y nada es como en las películas. No hay rotura de aguas en medio de la cena ni parturienta que grita agarrándose la barriga exagerada ni novio histérico que corre arriba y abajo sin acertar la puerta de salida. Despertador, ducha, canastilla bajo el brazo y contención. Sobre todo, contención. Como si una pariese cada día. Uf, qué calor. Sí, vaya veranito. Lo que nos espera…