Escucho la declaración de una joven en 'À Punt'. Cuenta que estaba con unas amigas, que pasó un grupo de chicos que las empujaron y que, de pronto, notó un pinchazo. A los seis minutos, sintió una bajada de tensión. Acudió a un punto violeta, que el Ministerio de Igualdad define como “espacio seguro para denunciar agresiones machistas”. Allí, le respondieron entre risas: “¿Cómo que te han pinchado? ¿Eso qué es?” Ella comenta que la harán llorar, que no le hacen caso. Acude a la Guardia Civil, les muestra el pinchazo, pero es a ella a quién preguntan si quizás puede ser efecto de un golpe de calor. Luego, acude a un centro médico y tampoco fue atendida con diligencia.
Artículo de Ana Bernal Triviño Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
¿Funcionan los protocolos con los pinchazos?
Sobran las risas y sobran preguntas a víctimas, cuando necesitan certezas y empatía
Foto de archivo de jóvenes de fiesta en Salamanca. EFE/ JM García /
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