El desliz | Artículo de Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

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Sánchez se puso la corbata para ver al Rey y se la quitó para reunirse con la presidenta de Balears. Ambos encuentros eran prescindibles y dejaron una huella de carbono interesante de aviones, coches oficiales y comida con estrella Michelin en un Palacio blindado por no poco personal

Rueda de prensa de Pedro Sánchez tras el habitual despacho de verano con el rey / EFE / Ballesteros (Efe)

Le vamos a ganar la guerra a Putin con un ejército de señores sin corbata. Lo ha propuesto Pedro Sánchez, colocándose como un valiente el primero en la línea del fuego que cae del cielo. Mi héroe. Hay que haber practicado mucho delante del espejo el movimiento de arrancarse el traje de chaqueta al estilo 'Full Monty', para quedarse en las mallas de Superman. El presidente ruso con el torso desnudo trotando a caballo por la helada estepa lleva ventaja a la Europa descorbatada, con la camisa abierta hasta el ombligo como le gustaba enseñar a Emmanuel Macron en campaña electoral, o en camiseta estilo Zelenski. La perentoria necesidad de reducir nuestro consumo energético antes de que el enemigo nos corte el flujo (no olvidar tampoco el cambio climático) la ha encarnado el Gobierno de izquierdas en el adorno de cuello típicamente masculino heteropatriarcal primermundista y no ha reaccionado el ministerio de Igualdad, ocupado en fabricar cuerpos femeninos que se adapten a sus dogmas. Si los 'señoros' arriman el hombro retirándose la soga del cuello, ¿qué podemos hacer nosotras por la causa? Nos quitaríamos la faja, pero ya no usamos. Los tops y las faldas ya no pueden llevar menos tela, pero la temperatura no baja. Tal vez debamos presentarnos en los consejos de ministras, de administración y demás reuniones al más alto nivel con nuestros botijos, los ventiladores a pilas y abanicos, para dar apoyo moral a los intrépidos desanudados.