Arenas movedizas | Por Jorge Fauró Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Hablemos del tiempo

El calor, como las conversaciones de ascensor, se ha convertido en el recurso fácil de la política, en un debate de circunstancias que impide entrar con seriedad en el fondo de los asuntos

Varias personas paseaban ayer con sombrilla por el centro de Madrid. EFE/Fernando Villar / Epi_rc_es

La meteorología es el debate más común de los ascensores. Pasados unos segundos después de dar el botón, la ola de calor o la ola de frío, que lo mismo da, cubren ese espacio incómodo de silencio que pertrecha a los ocupantes del camarín a resguardo de la inconveniencia de caer en la descortesía entre planta y planta. No da tiempo a más. "Vaya calor". "No he pegado ojo en toda la noche". "En Murcia han llegado a los 49". Y así hasta llegar a destino y despedirse con un «que pase un buen día», satisfechos de haber sostenido en alto el listón de buen vecino o la fama de compañero de trabajo amable y locuaz.