La sensación de que acabamos una temporada sin haber resuelto buena parte de los problemas que arrastramos es real. Como la estación de fuegos, desbocada ahora al albur del calentamiento global, la agenda internacional está que arde y no parece que tengamos los medios y la capacidad para ir apangando focos. Se anuncia un otoño duro. ¿Va a más o es solo una excusa, una tregua de verano para transitar relajadamente, eludiendo las preguntas incómodas, al menos hasta el retorno? Mientras el tiempo acabe respondiendo al dilema, los cierto es que estamos frente a una crisis global en la que cualquier nuevo episodio tiene consecuencias para la seguridad, la economía o la salud que afectan a todo el planeta.
Artículo de Rafael Vilasanjuan Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Sin respuestas globales
Como la estación de fuegos, desbocada ahora al albur del calentamiento global, la agenda internacional está que arde y no parece que tengamos los medios y la capacidad para ir apagando focos
Un hombre cerca de un edificio dañado por los combates en la localidad de Volnovaja, en Donetsk (Ucrania) /
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