Hacer cosas representa un enorme desafío, por eso la mayor parte de las personas nos conformamos con decir que las vamos a hacer, y ahí nos detenemos. Después, simplemente dejamos que pase el tiempo, hasta que ya resulte del todo imposible recordar qué queríamos hacer. El domingo, durante algunas horas, creí que esta semana iba a instalar, con mis propias manos, una pequeña cubierta de policarbonato en el patio del piso nuevo. «Tan difícil no será», calculé mientras desayunaba. Marta me miró con los labios apretados y extrajo la taza de leche del microondas antes de tiempo. No sé qué le pasaría por la cabeza, pero no me gustó. «¿Qué?», pregunté, levantando los hombros, a lo que ella replicó con un «¿Qué de qué?» Eso siempre consigue sacarme de quicio, el ‘qué de qué’. Dejé enfriar las ganas de contraatacar con un «¿qué de qué qué?» y me puse a pensar dónde podría comprar el policarbonato. Taladro, tacos y tornillos tenía.
Parece una tontería | Artículo de Juan Tallón Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Casi hacer cosas
A menudo algunas mañanas sirven para decidir qué vas a hacer por la tarde, mientras que las tardes son útiles para resolver que todo lo que pensaste por la mañana no sirve para nada
Un hombre haciendo algo. /
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