Pros y contras | Artículo de Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Algo más que el lamento

Pasqual Maragall celebra la nominación de Barcelona para organizar los Juegos Olímpicos de 1992. / CARLOS MONTAÑES

No suelo dejarme llevar por la nostalgia. Será que mi mala memoria me aleja de la posibilidad de regodearme en el pasado. Hace 30 años de Barcelona-92 y estamos viviendo días de chapoteo en el recuerdo. Pienso en los que entonces estábamos en la veintena y en los que la tienen ahora. Unos sintiéndonos protagonistas de algo grande y otros preguntándose qué calamidad va a ser la siguiente. Dado que buena parte de los desastres que van a heredar son gracias a las generaciones anteriores –también la nuestra–, creo que no estaría de más un poco de mesura en la exaltación de los tiempos mejores.