Quienes crecimos viendo las series de TV-3 en los años 80 llegamos a creer que el humor inglés y el catalán tenían mucho en común. Nanay. Como la televisión pública española —las privadas aun no existían— no emitían series como ‘L’escurçó negre’, ‘Els joves’ o ‘N’hi ha que neixen estrellats’, teníamos otros referentes populares y nos decíamos convencidos: “Tenemos la misma ironía que los ingleses, por eso nos gusta su humor”, como un rasgo que distinguía a catalanes de españoles. Una de las series que más contribuyó a este tópico fue ‘Sí, ministre’. España había estrenado democracia, pero sin cortar del todo los vínculos con la dictadura, y no era difícil intuir que aquellos tejemanejes de poder y la manipulación verbal también formaban parte de la nueva vida política, a todos los niveles. Nanay de nuevo: en el Parlamento español todo era más oscuro, con menos deportividad y más fanatismo —y así sigue—.
Artículo de Jordi Puntí Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El bufón despeinado
Boris Johnson habrá pasado por el cargo sin ninguna afectación personal, como si ese papel de bufón despeinado ya estuviera escrito antes
Boris Johnson, a su salida de Downing Street camino del Parlamento. /
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