Me gustaría saber si las frases ocurrentes, los chistes que quieren ser graciosos y los gestos que quieren ser atrevidos, protagonizados por los políticos cuando hablan a la militancia o en sede parlamentaria, son fruto de la improvisación y la euforia del momento o responden a un guion que alguien ha pensado para que el político en cuestión pueda impactar al auditorio en un momento de gloria mediática. Hay, por supuesto, quienes han nacido para el espectáculo, como Gabriel Rufián. Me lo imagino en su escaño, antes de subir a la tribuna de oradores, mientras juega con las tres balas rojas que después colocará ceremoniosamente en el atril para denunciar el caso de la frontera de Melilla. Me lo imagino acariciando las balas en el bolsillo de la americana como lo hacía Humprey Bogart con esas tres bolas de hierro en ‘El motín del Caine’. Da igual lo que dijo antes o después: seguro que vivía obsesionado por el momento culminante.
Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Los gestos y los chistes de los políticos
Cartuchos mostrados por Gabriel Rufián en el debate sobre el estado de la nación. /
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