Volveré a pasar unas vacaciones con Xavier Pàmies. Ya lo hice hace unos cuantos veranos. Leía entonces 'El casalot', de Dickens. Recuerdo que cada día alargaba el momento de salir a la calle por la mañana y a media tarde me entraba prisa por volver a casa y seguir leyendo. Y eso que estaba en París: imaginad el nivel de enganche que te puede provocar un libro. Pero aunque los libros de Dickens ya suelen ser de los que atrapan –fue pionero en la publicación de historias por capítulos en los rotativos de los comienzos de la prensa escrita- no era solo mérito suyo que yo acabara resistiéndome a dejar la lectura ni siquiera para pasearme por París, qué va, el mérito también era de Pàmies, el artífice de la traducción al catalán que yo, ese año, había metido en la maleta.
Artículo de Isabel Sucunza Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Repito traductor
Que me resistiera a dejar la lectura de 'El casalot' de Dickens no solo era mérito del escritor, sino de Xavier Pàmies, el artífice de la traducción al catalán
Luna rosa vista desde el faro del Cap de Favaritx en Menorca /
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