El historiador pratense Jaume Codina, en la década de los años 70 del siglo pasado, dejó acuñado el atributo referido al Baix Llobregat de 'comarca mártir' atacada por tierra, mar y aire. Años de desarrollo sin control democrático y proyectos que respondían a una estricta lógica de acumulación de capital habían destrozado el medio. Una multitud de desastres: acuífero sobreexplotado y salinizado, riadas y vertidos de todo tipo en el Llobregat, declive de la payesía a raíz de expropiaciones para la construcción de polígonos de viviendas caras y sin ningún servicio (cuántas vidas obreras empleadas en pagar un techo) y ocupación industrial ajena a una ordenación respetuosa con el territorio. Maneras de hacer de un régimen dictatorial representado por el gobernador civil, que tutelaba los grandes negocios de las élites barcelonesas al nombrar a los alcaldes ejecutores de las operaciones especulativas en cada uno de los municipios. Evidentemente, desde el Besòs se hubiera podido formular una sentencia similar respecto a Sant Adrià, Santa Coloma, Badalona y otras poblaciones del área metropolitana, convertidas en el patio trasero de Barcelona.
Artículo de Joan Tardà Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La gran Barcelona del tocho no quiere morir
El área metropolitana lleva décadas siendo víctima de un desarrollo sin control que ha destrozado el medio
Huerto de La Bardissa impulsado por la Plataforma Ribera-Salines /
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