En 1969 se llevó a cabo un experimento que consistía en abandonar un coche, con las puertas abiertas, en un barrio conflictivo de Nueva York. A las pocas horas, no quedaba prácticamente nada. Lo mismo hicieron en Palo Alto, en California. Durante una semana, el vehículo permaneció intacto. Después, decidieron romper los cristales y abollar la carrocería. Ocurrió lo mismo que había ocurrido en el Bronx. Del experimento, los profesores James Wilson y George Kelling extrajeron una reflexión que llamaron “teoría de las ventanas rotas”. Nos viene a decir que el deterioro de una parte (por ínfima que sea) de los bienes que hay en la calle, muebles o inmuebles, genera un aumento progresivo de las conductas incívicas y, por tanto, una brecha en la convivencia.
Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La lacra de ensuciar y el elogio del limpiar
’La ola’, de Jorge Oteiza, con rayadas en la superficie pero sin pintadas, este jueves. /
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