El gran problema de Laura Borràs, tan grande como ella misma, es que muchos -incluso en sus propias filas- la estaban esperando con el puñal entre los dientes por su arrogancia. Lo que les sucede es que confunden su permanente sonrisa estúpida con una sonrisa arrogante, pero la de Laura Borràs es solamente una sonrisa estúpida, como corresponde a su portadora. Ahí no hay arrogancia, cómo va a haberla en alguien que no tiene capacidad ni valía alguna. Ese tomar por arrogancia lo que no era sino estupidez, le ha creado a la Borràs muchos enemigos, y eso que la pobre se ha esforzado en dejar claro, a la menor ocasión, el motivo de su sonrisa. Así pues, seré yo, que jamás he tomado su sonrisa por arrogante sino por lo que era, quien la defienda ante la caza de brujas de que es objeto. Vamos allá.
Artículo de Albert Soler Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
En defensa de Laura Borràs, a mi pesar
Presidenta del Parlament Laura Borrás /
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