Estábamos en el yacimiento de Moixent o Bastida de Les Alcusses, en Valencia, un poblado ibero que apenas tuvo un siglo de vida 400 años antes de Cristo. Tres generaciones moraron allí. Poco sabemos de ellos, salvo que tuvieron que salir pitando cuando sus calles y viviendas fueron incendiadas no por invasores extranjeros, sino por enemigos de una aldea próxima con los que compartían idioma, costumbres, creencias. Nadie volvió a asentarse en esa cumbre llana y alargada que tiene unas vistas privilegiadas sobre dos valles. La vegetación, la lluvia y las torrenteras cubrieron murallas, patios, hornos, almacenes, cisternas, molinos, telares que quedaron intactos hasta que en 1928, y gracias a un vecino de Ontinyent que había detectado algunos pedruscos, empezaron las excavaciones.
Artículo de Ángeles González Sinde Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Emociones arqueológicas
Vivimos en democracias y las obras públicas las sufragamos entre todos. No hay 'soy' sin el 'somos'
La Bastida de les Alcusses posee un gran valor arqueológico.
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