El trasluz | Artículo de Juan José Millás Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

Fruta podrida

No soporté la relectura del cuaderno siniestro, como no soportaría comerme un guiso de hace quince días

Fruta podrida.

Ayer rompí un cuaderno siniestro. Lo encontré por casualidad entre los libros apilados en el suelo de mi estudio. Contenía una especie de diario que escribí hace años, en una mala época. Estaba escrito desde una oscuridad anímica que daba miedo. Lo perpetré en un apartamento en cuyo salón había unas cortinas que daban la impresión de cubrir una ventana grande. Al correrlas, advertías que no había ventana. Pese a todo, alquilé el apartamento porque era barato y viví en él un par de años. Pensaba con frecuencia cómo sería arrojarse al vacío desde aquella ventana inexistente. Una noche soñé que la puerta del piso también era de adorno y me desperté lleno de angustia. Fui a verla y comprobé que se trataba de una puerta practicable y que, por lo tanto, podría escapar cuando quisiera de aquel agujero.