Pep Guardiola pidió hace unos días paciencia y tranquilidad. De dos o tres años. Relativizar los resultados, bajar las expectativas. Un consejo excelente si no fuera porque el Barça, y él lo sabe mejor que nadie, genera obsesiones incompatibles con el sosiego. A su alrededor hay una industria mediática y una ensalada social de ambiciones e intereses que exigen lo máximo en todo momento. Es lo que es, y a la impaciencia ha contribuido el propio Joan Laporta desde el minuto 1. No hay temporadas de transición, dijo en sus inicios.
APUNTE
Salvados del apocalipsis
Laporta se dirige a los compromisarios en el Auditori 1899 del Camp Nou. /
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