Sílvia Planas es la directora del Museu d'Història dels Jueus y del Museu d'Història de Girona. Sabe lo que es conocer el detalle de las vidas de las mujeres y hombres que vivieron y sufrieron conflictos, desprecios y calamidades. Esta vez deja de observar el pasado y se convierte en relatora del presente. Tiene poderosos lazos íntimos con Ucrania. Y vive y sufre, en la distancia, la proximidad de una guerra que afecta a los suyos, a los amigos, a la familia, a los emigrantes “que rezuman angustias”. Ha escrito una especie de dietario, "la crónica personal de una desolación" en las páginas de 'L' Avenç'. Es un texto estremecedor, a la vez que delicado y tierno. Nos habla del drama desde los detalles que no se pueden decir, “de tan cruentos y tan horribles como son” hasta la inquietud de quien vive la culpa “de no saber qué hacer de tanta rabia y tanta pena”. Es una pieza conmovedora que nos angustia y que es también un grito desesperado contra la ignominia, contra unos “terrores peores que la muerte” (lo decía Hanna Arendt; Planas nos lo recuerda), que nos hace vivir la tragedia y nos informa, tenuemente, de una esperanza que tiene el nombre de la memoria de los días tristes donde vivimos.
Pros y contras | Artículo de Josep Maria Fonalleras Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
La crónica ucraniana de Sílvia Planas: mantener viva la memoria
Su dietario sobre la guerra de Ucrania es un texto estremecedor, a la vez que delicado y tierno
Destrozos de la guerra en Borodyanka, Ucrania
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