¿Cómo se ha desinflado un movimiento entusiasta y mayoritario que, entre 2012 y al menos 2015, fue capaz de superar varias veces la brutal cifra de dos millones de personas? ¿Cómo y por qué la mayor revuelta de este siglo en Europa perdió tan rápidamente su espectacular impulso inicial? Hay muchos factores, pero ayuda a responder esta compleja pregunta la reciente reunión que tuvieron recientemente sectores del independentismo de la ANC, Junts y el Consell de la República con fuerzas ultra identitarias de extrema derecha, como el Front Nacional de Catalunya, en Sant Cugat, en la ya denominada 'cuarta vía' del independentismo. El encuentro parece anecdótico pero, en realidad, explica muy bien la autodepuración que ha sufrido el independentismo y que corre el riesgo de enviarlo directamente a la marginalidad. Porque hay un sector que flirtea cada vez con menos vergüenza con el esencialismo, que es en realidad la antesala del supremacismo. Lo que define a esta tendencia cada vez más acusada es, precisamente, la antipolítica: los partidos mayoritarios, aun siendo independentistas, son todos traidores, y sus políticos, todos por igual, 'botiflers' que trabajan en una especie de Vichy, como denominan en un lenguaje cada vez más conspirativo y paranoico.
Artículo de Ernest Folch Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El anarcoindependentismo
El independentismo antipolítico y antisistema que flirtea con la ultraderecha y se reúne con emisarios rusos va camino de volver a la marginalidad de los años ochenta
Carles Puigdemont durante una conferencia de prensa en Bruselas. /
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