La globalización tal como la conocemos parece haber llegado a su máximo y lo que nos espera es un proceso en sentido inverso que, sin pretender acabar con la apertura global, sea capaz de evitar algunos de sus efectos no deseados y de consecuencias muy adversas, que nos vienen alcanzado desde hace unos años. Tras esos graves desajustes subyace un análisis inicial extremadamente simple de la naturaleza humana y de los viejos conflictos irresueltos de la historia. Una lectura que alimentó un optimismo inconsistente que, además, situó la reducción sistemática de costes como sentido último de la actividad económica, facilitando que la producción se instalara donde se pudiera garantizar el coste más reducido.
Artículo de Jordi Alberich Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
El lío de la reglobalización
Recuperar autonomía política y actividad productiva, sin perder competitividad ni entrar en un proteccionismo contraproducente, va a resultar muy complejo
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