La guerra tiene consecuencias mucho más allá del campo batalla. Lejos de las tierras yermas de Ucrania, devastadas por la contienda y con los graneros a rebosar sin transporte para servir, tras años de receso, el hambre amenaza de nuevo. Rusia y Ucrania proveen un tercio de los cereales y fertilizantes del mundo. Desde que la guerra empezó, Rusia ha reducido drásticamente sus exportaciones para asegurar el consumo interno. En Ucrania, la cosa es aun peor: buena parte de los granjeros han dejado la tierra para unirse al ejército, sin fertilizantes ni fuel la agricultura ha colapsado y está aún por ver si los cultivos podrán ser recogidos. La invasión y la guerra suponen un ataque directo a la seguridad alimentaria de los más vulnerables del planeta. Mientras en Occidente crece la inflación como consecuencia de la subida de los precios al consumo, en las economías más desfavorecidas el efecto de la guerra se mide en términos de vidas humanas perdidas por hambre.
Artículo de Rafael Vilasanjuan Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Guerra y hambre
Cuando los graneros del mundo entran en guerra, como en Ucrania, el potencial para el desastre global más que una amenaza es una realidad
Explosiones en Kiev.
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