La inmersión lingüística llegó tarde para mí, pero recuerdo la emoción de leer ‘Solitud’ o ‘La plaça del Diamant’ como parte del temario escolar. El catalán no era mi lengua materna, pero sí mi aspiración. El presente nada tiene que ver con aquellos días en los que la palabra libertad se pronunciaba con ilusión, temor… Y también en catalán. Un catalán que cada uno abordaba como podía, pero que emocionaba, porque hablarlo era defenderlo de décadas de represión. Se sentía la potencia de su latido.
Pros y contras | Artículo de Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Habitar el catalán
Una mezcla de incompetencia, miopía y desgana política ha dejado languidecer la escuela pública en Catalunya y, con ella, el catalán. Menos exhibicionismo en su defensa y más espíritu crítico y recursos
Vuelta al cole sin mascarillas en una clase de la escuela Diputació de Barcelona. /
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