Tiene que casar a la hija pequeña, que es dulce toda ella, y joven, y mansa, la esposa perfecta, la mujer que todos quieren, desean… pero antes, oh padre, tiene que casar a la hija grande, una bestia, una mala bestia que se rebela contra todo y todo el mundo, incluido su destino: el matrimonio. El destino compartido por todas las mujeres: las dulces y las furias. Los dos personajes van cargados de prejuicios, la hija grande y la pequeña, Caterina y Bianca. Concretamente, los prejuicios de Shakespeare, que son los prejuicios de la sociedad, que son unos prejuicios que arrastramos hasta hoy. Porque Caterina, la hija grande, la mala bestia, es la feminista de hoy: la mal follada, la feminazi, la histérica, la mandona. No nos gustan, porque nos confrontan. Caterina es todas aquellas mujeres que dicen basta y se rebelan. Y es en este preciso momento, cuando toma la palabra, que el entorno la percibe como una amenaza. Y la amenaza, según la época, comporta unas consecuencias u otras.
Artículo de Jenn Díaz Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Shakespeare contra Shakespeare
'Lamansi(pa)ment de les fúries', de Carla Rovira, es una adaptación moderna, feminista y antirracista del clásico entre los clásicos 'La fierecilla domada'
La obra ’L’amansi(pa)ment de les fúries’, de Carla Rovira. /
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