Entiendo la desolación de mi amigo Fonalleras al escuchar a la ministra de Igualdad sobre “dejar atrás la cultura de la violación” con la voluntad de “construir la cultura del consentimiento”. Se pregunta mi compañero de columna: "¿En serio que el cerebro de la ministra de Igualdad no estuvo a punto de colapsar en el momento de pronunciar un sintagma que juntaba violación y cultura?". Entiendo la repulsión de unir ambas palabras. Pero el asco no evita que la violación atienda a la cara oscura del significado de cultura. A ese potaje de tradiciones y modos de vida que marcan una época. Y ahí, sin duda, está la construcción cultural del machismo. Esa forma de estar en el mundo, de creer que ser hombre significa tener el poder sobre las mujeres, aceptar que ese dominio es natural, propio, y que debe perpetuarse.
Pros y contras | Artículo de Emma Riverola Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos
Cultura de la violación
Entiendo la repulsión de unir ambas palabras. Pero el asco no evita que la violación atienda a la cara oscura del significado de cultura
Concentración en la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, contra la sentencia de ’La manada’, en abril de 2018. /
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