Hay quien cree que la literatura (la lectura, el conocimiento, el relato de autores y movimientos) debe contemplarse desde una óptica sesuda para mantenerse al margen de la vulgaridad. También hay quien cree lo contrario: que se puede hablar con irreverencia y con una jovialidad que va en contra del academicismo. Hay ejemplos de todo tipo. Me viene a la memoria ese fantástico partido de fútbol, un 'sketch' de los Monty Python en el que se enfrentaban las escuadras de los filósofos griegos contra los pensadores alemanes. Se necesita un determinado poso. Es solo a partir de la conciencia cultural que se puede dinamitar la cultura.
Digo esto porque mi compañera Emma escribe un embate irrebatible contra un invento de TV-3 ('Una història de la literatura') que es, efectivamente, una barrabasada indecente que ni habla de literatura ni tiene ninguna gracia. Un disparo en el pie sin sentido. Un programa de “tonterías”, como dice la propia presentadora. Algunos demuestran (Xavier Grasset, Anna Guifré, pongamos por caso) que se puede decir cultura sin caer en el preciosismo ni en la chuminada. Que ese autodesprecio (como dice Joan Burdeus) al menos nos haga pensar qué queremos ser cuando seamos mayores.
Entretodos