QUEMAR DESPUÉS DE LEER

No olviden a mi madre, lean sus cartas

  • Acaba de publicarse un extensísimo y adictivo volumen de cartas de Shirley Jackson, seleccionado por su hijo Laurence, que no ha hecho otra cosa en su vida que gestionar el legado de su madre sin que eso suponga una especie de maldición para él porque en el fondo no ha hecho otra cosa que luchar por impedir que el mundo la olvide.

Quemar después de leer

Shirley Jackson llamó a su primera máquina de escribir Ernest. Y decidió que Ernest iba a ser alguien no demasiado de fiar. Alguien que tendía a querer reírse de ella. Hablaba de él en sus cartas como si fuese un tipo con el que convivía. Un alguien que, como el Doctor de 'Doctor Who', iba cambiando de cuerpo, pero seguía siendo el mismo. Porque la gran dama, la reina, del terror psicológico, tuvo un montón de otras máquinas de escribir –ni escribía a mano ni quiso jamás poner un dedo en una máquina de escribir eléctrica– pero todas se llamaron Ernest. Jackson le echaba la culpa a Ernest de hasta el último error tipográfico de sus cartas, en una de sus encantadoras muestras de la manera en que la ficción puede hacer de la realidad un lugar más infinitamente interesante y, por supuesto, divertido.