Hay una piscina con su césped y su ducha en una comunidad de vecinos de Vilassar donde se ha instalado una colonia de gatos. Los vecinos tienen que convivir con ellos les guste o no: cuentan que el ayuntamiento no les permite expulsarlos, y que incluso se sienten responsables del bienestar animal, una protectora los esterilizará si ellos mismos los atrapan y se los llevan. Los gatos ya empezaron la conquista de ese territorio décadas atrás, los mayores del lugar recuerdan cómo el jardinero mataba los cachorros que encontraba, y los niños de la comunidad, en aquellos veranos de calor y horas largas, escondían a los gatitos que rescataban y les intentaban alimentar por sus medios con leche en cucharitas de plástico de tarrina de helado. Cómo hemos cambiado también se puede ver en ese arco temporal de los veranos en una piscina comunitaria.
Protección animal
Gatos en tu piscina: los límites de la protección animal
Si no trabajamos en encontrar un equilibrio entre la norma y los efectos de su aplicación, los animales protegidos pasarán a ser enemigos
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