El desliz | Artículo de Pilar Garcés Opinión Basado en interpretaciones y juicios del autor sobre hechos, datos y eventos

No hay contraseña que valga

Nos sacaron a patadas de nuestro nido analógico y ahora la información de cualquiera fluye por internet sin demasiados diques. No salva sus datos ni el Gobierno

La ministra de Defensa, Margarita Robles, durante su comparecencia ante la Comisión de Defensa del Congreso. / JOSE LUÍS ROCA

Por ser el primer jueves de mayo, hoy se celebra el Día Internacional de la Contraseña. No creo que sea festivo en La Moncloa, a tenor de los últimos acontecimientos que estamos conociendo, cucurucho de palomitas en mano, sobre el espionaje con el programa Pegasus a políticos. Según las compañías tecnológicas impulsoras de dicha fecha, se pretende «concienciar al usuario de la importancia que tiene establecer contraseñas y claves seguras y robustas, ya que estas son la llave de nuestra información personal». No hace falta ser Pedro Sánchez, con el contenido de su teléfono oficial en paradero desconocido, para dudar de que el usuario pueda hacer algo realmente útil para impedir el robo de sus datos. Si todo un presidente del Gobierno no consigue mantener su terminal a salvo, pese a disponer de un pequeño ejército de informáticos y agentes de inteligencia dedicados a proteger las comunicaciones con su señora o con Macron, qué podemos esperar los demás. Nos queda resignarnos y borrar con aprensión esos mensajes que nos avisan de que nuestra cuenta de Instagram ha sido activada desde San Petersburgo. Rezar para que los tipos que desde sus sótanos compran y usan herramientas para entrar en el móvil ajeno nos consideren menos interesantes que Margarita Robles, la titular española de Defensa que no le hace ascos a un buen espionaje masivo siempre que lo patrocinen los suyos y ella considere justa la causa. Sus secretillos se encuentran también en poder de terceros por una protección deficiente, nuestra vanguardia política tiene muy al pairo la retaguardia, y ya puede la ministra echarle imaginación a una nueva contraseña que de poco le va a servir.